Hoy
trataremos el tema de la histeria, o de la historia, no me acuerdo
bien. En fin, algún tema trataremos, puesto que para eso se nos paga con
el castigo de un profesorado sin fin...sin fin digo, porque uno les
machaca y les machaca y no hay caso: ustedes siguen tan primates
como siempre. Por suerte, ya que si no se acabaría mi escandaloso robo como profesor de esta cátedra.
El seminario de Tito P. en la ULCDLL |
La
histeria: muchas han sido las pelotudeces que han dicho por ahí, sobre
todo Lacan y otros granujas, y ustedes las conocen mejor que yo. Pero
vamos directo al grano. Empezaré con una somera definición, que no tiene
nada de abstracto: la histérica es ese personaje especializado en
lograr que uno se sienta angustiado. Ustedes dirán eso de que toda
definición es una abstracción, etc. Pero la que acabo de dar es una de
las excepciones a la regla. No hay nada más que importe de la histérica:
se especializa en hacernos sentir angustiados, no es otra su función en este bendito universo. Se ha dicho que las mujeres son
todas histéricas, y la verdad es que no lo sé. Lo importante aquí es
saber cuál es la esencia histérica, y sobre todo saber reconocerla.
Pasaremos por tanto a los criterios para reconocer a una histérica:
a a) Es una mujer que se acerca a nosotros y se interesa por nosotros.
b b) Es
una mujer que una vez que nosotros hemos demostrado interés por pasar
algún tiempo con ella, decide hacer cualquier cosa por demostrar lo
contrario a lo descrito en el punto a).
Pero
lo importante es tener siempre presente el criterio a), porque de ese
modo sabemos que estamos ante una histérica y que el destino final de la
relación es nuestra angustia. No importa cuán bien y tranquilos estaban
cuando conocieron a la mujer: terminarán mal.
Como
mi intención es que ustedes puedan ver encarnadas mis ideas, invito a
la celebérrima novia del Dr. Di Bolazzo, la Lic. Falopio, a subir
al escenario de sus conciencias. Muy bien, he aquí un ejemplar muy
adecuado de histeria. Esta mujer, como la ven, lleva puesta escasa ropa,
y además transparente. Sus carnosos y agudos pezones apuntan
directo al centro de nuestro corazón, pues, como lo he dicho desde el
primer día de este seminario, el 99 por cierto de nuestros sentimientos tienen su origen
en la energía proveniente del recuerdo de esos pezones que tanto nos
gustó y nos gusta succionar. Muy bien, la sra. Falopio nos apunta
indiscriminadamente, nos da con esos pezones en la pupila, y no hay
problema. Uno puede perfectamente decir: nunca será para mí, no vale la
pena que me caliente al pedo mirando tras su ropa. Pero también puede
ocurrir, como en el caso del infeliz de Di Bolazzo, que la srta. nos
invite a acompañarla al baño de damas de la facultad, nos encierre y literalmente nos invite a manosearla, tal vez acompañando todo con un toqueteo de
nuestros genitales, e incluso con lo que denominamos un buco-vaginal.
Pregunta: ¿qué debe hacer el alumno en el momento en el que se le
realiza la proposición? Voy a dar opciones:
1 1) Va al baño con la mujer.
2) Dice no y continúa pensando en las contradicciones de la obra de Freud.
3) Se va a la casa y se masturba compulsivamente mientras mastica un chupete con miel.
La
elección de la opción uno nos habla de un sujeto demasiado masoquista
para mi gusto o de un ingenuo. La elección de la dos nos habla de un
homosexual o de un intelectual de esos que son mayoría en este espacio,
que por cierto es lo mismo. La elección de la
tercera es la que nuestra enseñanza nos indica como la más homeostática a
largo plazo. El profesor Kazka nos ha lanzado en la cara sus
teorías conductistas para explicarnos que nuestro énfasis en la práctica
masturbatoria llevaría, de ser tomado en serio, a la insanidad mental,
dado que se trata de una severa inadaptación al orden sociocultural.
La caja conductista de Kazka, basura metodológica antipaja |
Aprovecho para denunciar al cerdo conductista de Kazka: su mujer lo deja
con la lechita y bien que no le queda otra que irse al baño de todos
modos. Es frecuente este tipo de cuestiones: el profesor que tiene su
gran teoría para evitar decirse a sí mismo lo que nosotros decimos con
todas las letras: la paja es lo mejor.
Muy buena frase para tenerla siempre en la mente junto a la definición de histérica que he dado, anotad: la paja es lo mejor.
No le crean señores, al profesor Kazka.
No
le crean tampoco, entonces, a la srta. Falopio ni a los animales que
ella con tanta maliciosa felicidad representa. La histérica solo se ama a sí misma. Y ustedes me dirán, y
usted Tito P., ¿no se ama solo a sí mismo, acaso, dado que su única actividad sexual es masturbatoria? Y les contesto que no, por el simple
motivo de que decir Tito P. y su “sí-mismo” es algo inexacto. Justamente
porque no hay ningún Tito P. es que es imposible que esa supuesta
entidad se ame a sí misma por la vía masturbatoria. En el caso de la
histérica estamos en lo opuesto: hay una sí misma que es amada a) por
ella misma, por sobre todas las cosas y b) por el imbécil que se enrosca
en su juego maldito.
Y
no es la histérica una cuestión periférica en nuestras preocupaciones.
Vayan y lean un poco, cualquier cosa, siempre encontrarán un tipo que se
topó con una histérica, se casó, tuvo hijos y luego todo le fue para el
orto en su vida sentimental, social y económica. Es la historia de milenios de civilización en
este simpático mundo: imbéciles tirando semen dentro de histéricas para que
todo siga siendo cada vez más y más triste. Justamente por eso no sabía
hoy si les iba a hablar de la histeria o de la historia. Porque la
histeria es una gran parte de la historia de este planeta, en el caso de que exista y no esté yo alucinando.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarJaja claramente elegir ir al baño con la mujer es darle piedra libre a que ésta se malacostumbre y se convierta en una reverenda hija de... madre histérica! Una vez leí la frase más acertada sobre cómo se debe lidiar con ellas "La clave para estar bien con una mina es encontrar el grado justo de maltrato"
ResponderEliminarEstas cosas con la inquisición no pasaban, a la que se le ocurría hacerse la histérica, derechito y sin chistar a la hoguera. Estamos en un siglo de montoneros feministas que llenan de derechos humanos a las mujeres y ya no podemos ni prenderlas fuego. Hay que aprender a ignorarlas, dejarlas en paz, que se junten entre ellas a leer la Cosmo y los hombres tienen que empezar a fijarse más en los hongos. Ellos sí que saben del amor.
Desde que me convertí en una ciudadana del Reino Fungi mi vida ha dado un giro no-negativo de 180º: puedo comer bizcochos de grasa sin culpa y ya no sufro en "ésos días" de mierda. Larga vida al Mushroon Kingdom.
PD: perdón que moleste con comentarios pero esto de la histeria me dio inspiración para un nuevo texto, gracias querido Antonio por el post!
ResponderEliminarNo nos pida perdón Leididi! Cada comentario suyo es un placer. Lo que sí, no le haga caso al desalmado e Tito P., es tanto o más histérico que las mujeres a las que critica y obtuvo su cátedra de forma mal habida! Yo voto por las histéricas, que nos alegran la vida de mil formas! Gracias por tus comentarios!
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