Por todo esto, me tomé el trabajo de iniciar el tratamiento de las principales líderes de la oposición, con la sana esperanza de que se dejen de romper las pelotas. Los resultados no tardaron en estar a la vista.
Lilita Carrió. Una mujer mística, hiperactiva y temperamental. Lo primero que le recomendé fue disfrazarse de Madonna. Basta de ese look mojigato y varonil, por favor. Le dije que se pusiera un vestido rojo, que no usara ropa interior, y que les pegara un tubazo a Fer Iglesias y a Maxi Ferraro, los invitara a su bulo y les bailara "Like a Virgin" mientras se clavaba el crucifijo en las verijas. Me contaron que armó un verdadero espectáculo orgiástico en las oficinas de la CC. "Está más puta que la Cicciolina" fueron las palabras de Fer Iglesias, al salir de la última reunión partidaria.
Elisa Carrió en una orgía danzante en la sede de la Coalición Cívica. Gracias a los consejos de la Lic. Falopio está gozando de una vida sexual endemoniada. Fer Iglesias (en la foto), agradecido.
La ideológicamente cambiante Patricia Bullrich antes y después de su tratamiento con la lic. Falopio. Compárese el rostro tenso de antaño con la felicidad después de una partuza con militantes de la UCD.
Graciela Ocaña. Con esta mujer signada por la combatividad tuve que ir hacia lo más profundo. "Aquello que odias es aquello que amas, pebeta" le tiré en nuestra primera sesión. Se quedó pensativa y rumió algo sobre los sindicalistas. Ahí nomás saqué un póster de Hugo Moyano y se lo puse al lado de media docena de panqueques con dulce de leche. Se levantó de inmediato lista para atracarse los panqueques pero le pegué en los dedos con mi varilla de metal. "No, no hay postre para la nena si primero no come la comida. Y la comida es Moyano" le dije. Durante tres días seguidos asociamos la imagen del sindicalista con algún postre, hasta que me terminó confesando: "Creo que lo amo a Hugo, lo voy a llamar para hacer algo esta noche." Su pasión por los postres se asoció con su aversión a Moyano, dando como resultado una relación ambivalente con esas entidades, que terminó en sexo salvaje y furioso en las oficinas de la CGT, entre panqueques, selvas negras y flanes con crema. "Estoy teniendo los polvetes más sabrosos de mi vida con Graciela" me comentó el líder sindical, el pasado viernes.
Graciela Ocaña en su proceso de asociar postres amados con la figura masculina odiada. Gracias a este método logró al fin tener varios orgasmos de la puta madre.
* Lic. en Psicología sexopolítica. Investigadora peronista del CONCHICET. Estudió la conducta sexual de las cucharachas durante 25 años y ahora aplica sus resultados a los humanos.
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