Al
despertar por lo general son las diez de la noche, y entonces Chopper
cena. Es la única comida que realiza en el día, y consta siempre de los
mismos alimentos: carnes, huevo, tomate, pan lactal, jugo de naranja. No
es que sea un asceta, simplemente no le gusta comer. Finalmente se
acuesta a dormir nuevamente, pero no puede conciliar el sueño, por lo
cual llama a su mucama, una joven morocha, bastante pulposa, y le
pide que hagan el amor o tengan relaciones sexuales. Ella siempre se
niega, y entonces tienen lugar diálogos del siguiente tipo:
Ama de Llaves:
- No quiero hacerlo señor, no quiero. No me fuerce a dejar el trabajo.
Usted sabe que no puedo volver a Colombia, pero por eso mismo le pido,
señor, que no me obligue a dejar el trabajo, porque tendría que ir a
vivir a las calles, y quién sabe si no debería pedir limosna, o
prostituirme, o robar a las ancianas. Pero eso no me haría feliz, y yo
creo que si por algún motivo estoy aquí, señor profesor, es para ser
feliz, muy feliz. Por eso usted no puede forzarme a que me vaya, o a que
haga el amor con usted, ¡¡¡eso no puede ser!!! Yo sé bien que usted no
quiere forzarme, pero que tampoco le importa un pepino mi felicidad, aun
cuando esto es lo más importante en este momento.
Profesor Chopper:
- Es bastante aproximado a la verdad su enunciado acerca de que, en
general, me importa un pepino su felicidad. Pero hay una excepción: si
usted accediera a acostarse conmigo, entonces sí me importaría, y mucho,
que usted fuera feliz. Haría casi todo lo que usted me pidiera en la
cama, y todo con la finalidad de hacerla feliz, ¿me comprende? A mí me
interesa muchísimo que usted sea feliz, pero solo en esta cama. Fuera de
ella, me da lo mismo. Pero le advierto: una vez que usted ingrese en
esta cama, no podrá evitar ser muy feliz. Es más, tal vez esa felicidad
de la que usted habla no signifique nada si la comparamos con la
felicidad que usted sentiría en la cama conmigo. Por otro lado, está el
tema de que yo la eche a la calle, posiblemente a patadas. Pues bien,
creo que esa posibilidad es muy remota, pues conservo, al fin de
cuentas, la convicción de que usted aceptará lo que le propongo. Pero
usted, como buena mujer intuitiva, sabrá lo inestables que pueden ser
las convicciones. Y desde este punto de vista, esta convicción, que es algo
así como un dique que frena mis más abyectos impulsos, podría
desaparecer. Y siendo el único o uno de los únicos diques que contienen
mi violencia, entonces usted se las vería negras. Por supuesto, no
quiero amenazarla. Sencillamente estoy haciendo una descripción lo más
objetiva posible de mi estado mental presente y del posible curso que
podrían seguir mis energías afectivas en los próximos días.
Ja ja, pobre sierva, juas, lo ideal, hubiese sido que la mantuvieras en ese estado pleno de felicidad, sobre una cama con rueditas, la tuya, ergo, llevarla de esa manera, a todas partes, tipo, la felicidad perpetua, juas, beso, Ana C.
ResponderEliminarEl profesor es un maníatico sexual, claramente, habría que ver si es verdad que la va a hacer tan feliz, jajaja!
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