Mamá cocodrilo (Di Bolazzo)

   Pero, oh Tito, ¿cómo es que ya no corres por la ciudad en busca de amores, dinero, lujuria, contactos políticos, mascotas, automotores y muchos otros objetos de última tecnología? La vida no da tregua. Algo hay que hacer. No podés pernamenecer inmóvil, sin actuar, sin pensar, sin imaginar. Tu indiferencia es el camino más corto al infierno. Y sabés que hablo en serio. No hay emancipación. Siempre te voy a tener en mis fauces y siempre voy a estar a punto de juntar los dientes. No pretendas que te da igual, ¡oh, Tito!, porque no es para mortales existir fuera del miedo. Corre, Tito, escribe, enseña, busca la verdad. Y no intentes fingir desinterés: quiero que creas que la verdad existe, quiero que la busques desesperadamente y quiero que no la encuentres nunca jamás, ni en esta ni en ninguna otra forma de existencia. Quiero que te muevas y que sufras y yo ser la causa. Quiero que duela, en cada segundo, la falta de mis tetas reptílicas en tus labios. Que los muerdas hasta hacerlos sangrar y que sigas pensando. Solo, mudo, sentado, pensando en círculos fútiles.
   Yo no creo en tu indiferencia, ni en tu cinismo. Sé que en el fondo siempre serás aquel bebé angustiado que se corta la piel en el filo de mis colmillos, implorando a los gritos que yo no cierre mi boca para siempre, porque está dentro de ella. Y nunca vas a salir.