lunes, 7 de noviembre de 2011

En la galera (Por Di Bolazzo)

   Soy esclavo. Remo en esta galera catorce horas diarias y como la bazofia que algún subalterno del capitán me tira. Cada tanto, otro subalterno azota a todos los remeros de modo aleatorio. No es que azote al que rema más lento o al que deja de remar. Simplemente usa su látigo al azar. He hecho la prueba, he dejado de remar por algún tiempo y no he sido golpeado, mientras que el de al lado, que remaba con todas sus fuerzas, recibió un par de latigazos en la espalda.
   En cierto momento pregunté a mis compañeros qué sentido tenía remar, dado que el castigo era infundado: uno recibe los azotes haga lo que haga. Me contestaron que lo que un esclavo en esta galera hace es remar. Que lo único que no tenía sentido era dejar de hacerlo. Que los azotes no dependían de uno, pero sí remar o no.
   Dejé de remar por unas horas. Me azotaron con la misma frecuencia que al resto y nadie me dijo que volviera a mi trabajo.
   Luego, volví a remar. Y nunca más dejaré de hacerlo. 

 

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