viernes, 16 de septiembre de 2011

Notipinja. Capítulo 4: El problema del nombre

Una vez, no hace mucho tiempo, cierto sujeto quiso usar la magia negra para perjudicar a Tito. Pues bien, el mago le dijo: este tipo está tan hecho mierda que si le hiciéramos un trabajo se sentiría mejor que ahora. Así es Tito, una de esas personas que viven al límite, pero no al límite superior de excitación, un aventurero. Tito se ubica en el límite inferior en cada uno de los aspectos que se nos ocurra de la mente o la psique humanas, o humanoides, pues a esta altura quién diría que Tito puede entenderse como un humano. Más allá de este carácter infra de Tito, decimos que no hay, debido a dicho carácter, nada de especial o interesante en él. Todo lo contrario. Y en este punto deberíamos preguntarnos seriamente si esto que llamamos Tito Papusa es verdaderamente algo que merezca una sola denominación. Ciertamente, hasta aquí hemos optado por ello, teniendo en cuenta que, dentro de todo, hay allí un cuerpo, vivo en el sentido biológico del término,  real,  distinto a otros cuerpos. A este cuerpo lo hemos denominado Tito Papusa, y entonces nos quedamos medianamente calmos. Pero en estos tiempos todo el mundo sabe que un cuerpo biológico no basta para determinar una unidad. Un cuerpo puede ser sede de fuerzas y entidades muy diversas, incluso enemigas entre sí. Por otra parte, cómo separar un cuerpo del resto del universo, si hoy por hoy es tan evidente la unidad de todos los procesos físicos. Incluso algunos como el profesor Chopper van más allá y señalan la unidad absoluta de todos los procesos físicos y psíquicos del universo. Por supuesto, en el caso de muchas personas hay algunas razones para señalarlas como una entidad que merezca un nombre único. Un tipo que trabaja, que tiene una familia, que se dedica a ciertas actividades de recreación, etc. Lo veríamos a través del tiempo siguiendo una pauta ordenada de conducta, sentimiento y pensamiento o, al menos, una pauta inteligible mediante nuestras usuales herramientas conceptuales. Pero en el caso de lacras como lo que llamaremos por ahora Tito Papusa, ¿se puede hablar de una entidad que merezca un nombre? El problema es aun mayor si consideramos que ni siquiera podríamos hablar de muchas entidades hipotéticas que fueran englobadas por el nombre “Tito Papusa”. Una razón es que no contamos con hipótesis mínimamente aceptables. Pero la principal razón es que no nos interesa en lo más mínimo formular hipótesis acerca de algo tan mísero e insignificante. Ustedes me dirán, entonces, “señor narrador, ¿para qué nos habla de todos modos de algo de oscuro sentido denominado “Tito P?”. ¡Bueno! ¡Este narrador no tiene la culpa de todos sus problemas!


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