miércoles, 7 de septiembre de 2011

Notipinja. Capítulo 2: Psicología evolutiva de la niñez


Un pibe precoz

    Todo comienza en la década del ochenta. Para quien quiera saber qué ocurría en el país en ese momento, lo remitimos a los libros de Felipe Pigna. A nosotros nos basta mencionar que en esa época todo era azul, para bien o para mal. Azul en el sentido cristiancástrico y pitúfico del término.  La década estuvo signada por la música de Erasure, un grupo de música tecno, gay, que canalizaba las energías sexuales de los púberes con sus tonos melosos. En esos tiempos, Tito era un niño masturbante y masturbatorio, utilizado por poderes humanos y extra-humanos en sus más cochinas prácticas eróticas o pornográficas. 
 Así fue como conoció a Joey Di Buglio, el capo del porno en New York, miembro oficial de la mafia italiana, más precisamente de la familia del delito Gambino. Tito había llegado a New York procedente de nuestra patria, huyendo de la persecución radical. Y así comenzó a prostituirse. Primero fue heterosexual, pero después aceptó filmar películas gay porque al fin y al cabo, decía, da lo mismo. Esta forma de ver las cosas lo llevó a una cada vez mejor aceptada bisexualidad. Al conocer a Di Buglio, sus ojos se llenaron de lágrimas. Se sentía un niño o una niña, verdaderamente, frente a aquel capo protector, mafioso y machote. Pero en realidad, era en efecto un niño, pues tenía la edad biológica de nueve años. Solo que, quizá precozmente, se había metido como polizón en un crucero de lujo, al estilo de David Copperfield, más allá de que Tito viviría aventuras sexuales. Luego se cansaría de todo eso y volvería a su actividad literaria. En primer grado había escrito su primer párrafo introspectivo y luego decidió abandonar para siempre ese autoanálisis inútil. A los doce años se peleó con Di Buglio, vio en él a un pobre tipo, y abandonó también su bisexualidad, adquiriendo una intensa atracción por los senos y los culos de las mujeres, también por su voz. A los trece, siempre en New York, contrajo matrimonio con una polaca hija de chilenos, inmigrante como Tito, que trabajaba en películas porno como maquilladora, y que le llevaba más de quince años. Como la ley no era, por cierto, tan rígida como ahora, se permitió a Tito que se casara, pero siempre y cuando sus padres lo autorizaran. A estos efectos, hizo las veces de padre el oscuro profesor Chopper, que de casualidad se encontraba en Estados Unidos, asistiendo a unos cursos de psicología. Chopper era cuasi-amigo del progenitor de Tito, aunque se habían traicionado tantas veces que eran más rivales edípicos, que lo que dije anteriormente. Con todo, no hubo problemas para que Chopper autorizara a Tito, fuera padrino de bodas –lo cual despertó la ira de Di Buglio-, y, lo peor de todo, para que el juez aceptara el, por decirlo así, aberrante casamiento. Ahora bien: ¿Qué tenía la polaca? Unas tetas escalofriantemente espectaculares.

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