domingo, 23 de octubre de 2011

Un día militando en el Partido Humanista. Historia real (Por Di Bolazzo)

   Corría abril de 2003, yo tenía 24 años. Nunca había militado en política, aunque siempre me había interesado el tema. Era una especie de lumpen (trabajaba 10-12 horas de acuerdo al día y cobraba 2 pesos la hora, en negro, sin vacaciones ni aguinaldo, ni nada) y estaba más ocupado en tratar de encaminar mi vida y salir de esa situación desventajosa. Tenía la idea de algún día militar pero no me había decidido por ningún partido, ya que no había encontrado uno que coincidiera con mi visión del hombre y la sociedad. Al mismo tiempo, estudiaba psicología en la Universidad Nacional de Córdoba, no porque me gustara la carrera o me interesara tener un título, sino para algún día conseguir un trabajo mejor. A su vez, hacía unos meses que me había enamorado de mi segunda novia. Ella quería que algún día tuviéramos hijos, algo que no se me había cruzado por la cabeza. Como estaba muy enamorado, le dije que bueno, que en el futuro podría ser.
El razonamiento inicial. Luego de aceptar engendrar hijos, pensé: "si tengo hijos, tengo que comenzar a mover el culo para que esta sociedad mejore; no voy a traer un hijo a este mundo capitalista de mierda para que corra el riesgo de ser esclavizado". De este sencillo modo, estaban dadas las condiciones para caer en el primer partido y/o agrupación que se me acercara, dado que tengo el sí demasiado fácil.
El mágico encuentro. Saliendo de la biblioteca de la facultad, me aborda un sujeto pelilargo con remera violeta, bermudas floreadas y ojotas. Tiene unos volantes en la mano y comienza a preguntarme acerca de mis ideas políticas. Le explico coloquialmente que consideraba que el sistema era una farsa y que yo era una especie de anarquista cristiano-budista. Me respondió "uf, sí, nosotros, en el Partido Humanista, coincidimos con esas ideas a full, ¿no querés sumarte?". "Bueno", contesté. Acordamos en empezar el sábado, día que yo no trabajaba.
Primera actividad militante: concientizar a las masas. Nos encontramos fuera de la misma biblioteca, me explicó a rasgos generales ciertas ideas vagas, tan vagas que coincidían con las mías. Estábamos los dos solos. Había fallado una tercera militante a último momento. La acción a ejecutar era abordar a los universitarios que iban saliendo de la biblioteca y preguntarles sobre su orientación política. Luego, enganchar esas ideas con las ideas vagas que él me había explicado, de modo que el universitario se interesara y aceptara acudir a una reunión en el local partidario esa misma tarde. Sin embargo, soy alguien demasiado sincero y al abordar a los universitarios comenzaba a comentar ideas de ultraizquierda, lo cual provocó que varios se indignaran, me tiraran algún argumento derechoso sacado de "Hora Clave" y se fueran sin despedirse. Mi camarada humanista me preguntó entonces qué pasaba que la gente se enojaba y le dije que les estaba comunicando las mismas ideas que le había comunicado a él cuando nos conocimos. "Está bien, pasa que hay que mentir un poco. Nosotros coincidimos, pero no podés decirles eso porque se nos van. Hay que ser un poco más seductor. Si el chabón es más bien capitalista y materialista, deciles que nosotros también". "Ah, ok", contesté.
No logré que ningún estudiante se sumara a la reunión que tendríamos por la siesta.
Segunda actividad militante: debate partidario. Por la tarde asistí a una reunión en el local del Partido Humanista. Mi camarada me había dicho que irían varias personas del partido. Llegúe puntualmente y estuvimos una hora esperando, pero nadie vino. "Debe haber surgido algún imprevisto que impidió que vinieran los compañeros. ¿Querés que empecemos solos", me dijo. Acepté. Allí comenzó a adoctrinarme en este curioso humanismo: un partido de ideología extraña y organizado en tríadas que formaban una pirámide cuya cúspide era EL LÍDER, Silo. Las cosas empezaron a no gustarme, eso no tenía nada de anarquista. Luego vino la cuestión espiritual: sacó un libro delirante de meditaciones (?) que debían ser recitadas u oradas por los militantes, obviamente escríto por el líder Silo. En síntesis, el anarcocristianismo de mi camarada era algo muy parecido a una especie de secta liderada por un gurú mendocino. Y yo estaba ahora balbuceando las revelaciones de ese líder junto a un tipo vestido para ir a la pileta.
El líder Silo, fundador del Partido Humanista. Por un día fui seguidor de él, aun sin saberlo.

Tercera actividad militante: vamos para el fondo. Las cosas se pusieron aun más espesas. Me dijo que nuestra próxima actividad iba a ser un ejercicio de relajación-visualización, que servía para equilibrar el espíritu, algo esencial para nuestra práctica política diaria en tanto militantes del Partido Humanista. Me invitó a pasar hacia el fondo del local, que estaba separado del frente por un par de biombos. Todo estaba muy oscuro. Nos sentamos frente a frente y me indicó que cerrara los ojos y ejercitara una técnica de respiración profunda. Él tenía un libraco de unos 2 kg de peso en la mano. A esta altura yo ya no podía creer mi escasa rebeldía ante el absurdo de la situación y que siguiera con estas actividades disparatadas. Al mismo tiempo, tenía cierto temor de que ocurriera algo malo, como que me afanaran (lo cual sería particularmente grave, pues lo único de valor que poseía eran mis órganos vitales). Por suerte al menos esto no pasó, pero tuve que soportar al camarada leyéndome un larguísimo texto de Silo sobre las hojas y las gotas de agua, tratando de imaginar las escenas que describía. Esto duró como media hora, al menos. El tipo leía en un tono de hipnotizador. Terminamos al fin y me dijo: "Fuerte, ¿no?". "Uf, fuerte", le contesté, porque no quería, a pesar de todo, hacerlo sentir mal.
   La jornada terminó con él dándome unos pequeños libros de Silo, que yo debía devolver en algún momento. Nunca leí los libros, solo los hojeé.
   Y nunca volví a ver mi compañero de lucha por una sociedad más justa.

2 comentarios:

  1. Excente. Está lleno de ese tipo de personajes que se dedican a desencantar a los que tienen alguna inquietud ideologica noble, te matan...te matan. Saludos, muy divertido

    ResponderEliminar
  2. Es verdad, este tipo me tiró la moral abajo por unos ocho años más o menos, jaja. Gracias por el comentario!

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...