viernes, 7 de octubre de 2011

Notipinja. Capítulo 6: Noches freudianas


   Al despertar por lo general son las diez de la noche, y entonces Chopper cena. Es la única comida que realiza en el día, y consta siempre de los mismos alimentos: carnes, huevo, tomate, pan lactal, jugo de naranja. No es que sea un asceta, simplemente no le gusta comer. Finalmente se acuesta a dormir nuevamente, pero no puede conciliar el sueño, por lo cual llama a su mucama, una joven morocha, bastante pulposa, y le pide que hagan el amor o tengan relaciones sexuales. Ella siempre se niega, y entonces tienen lugar diálogos del siguiente tipo:


Ama de Llaves: - No quiero hacerlo señor, no quiero. No me fuerce a dejar el trabajo. Usted sabe que no puedo volver a Colombia, pero por eso mismo le pido, señor, que no me obligue a dejar el trabajo, porque tendría que ir a vivir a las calles, y quién sabe si no debería pedir limosna, o prostituirme, o robar a las ancianas. Pero eso no me haría feliz, y yo creo que si por algún motivo estoy aquí, señor profesor, es para ser feliz, muy feliz. Por eso usted no puede forzarme a que me vaya, o a que haga el amor con usted, ¡¡¡eso no puede ser!!! Yo sé bien que usted no quiere forzarme, pero que tampoco le importa un pepino mi felicidad, aun cuando esto es lo más importante en este momento.
Profesor Chopper: - Es bastante aproximado a la verdad su enunciado acerca de que, en general, me importa un pepino su felicidad. Pero hay una excepción: si usted accediera a acostarse conmigo, entonces sí me importaría, y mucho, que usted fuera feliz. Haría casi todo lo que usted me pidiera en la cama, y todo con la finalidad de hacerla feliz, ¿me comprende? A mí me interesa muchísimo que usted sea feliz, pero solo en esta cama. Fuera de ella, me da lo mismo. Pero le advierto: una vez que usted ingrese en esta cama, no podrá evitar ser muy feliz. Es más, tal vez esa felicidad de la que usted habla no signifique nada si la comparamos con la felicidad que usted sentiría en la cama conmigo. Por otro lado, está el tema de que yo la eche a la calle, posiblemente a patadas. Pues bien, creo que esa posibilidad es muy remota, pues conservo, al fin de cuentas, la convicción de que usted aceptará lo que le propongo. Pero usted, como buena mujer intuitiva, sabrá lo inestables que pueden ser las convicciones. Y desde este punto de vista, esta convicción, que es algo así como un dique que frena mis más abyectos impulsos, podría desaparecer. Y siendo el único o uno de los únicos diques que contienen mi violencia, entonces usted se las vería negras. Por supuesto, no quiero amenazarla. Sencillamente estoy haciendo una descripción lo más objetiva posible de mi estado mental presente y del posible curso que podrían seguir mis energías afectivas en los próximos días.

2 comentarios:

  1. Ja ja, pobre sierva, juas, lo ideal, hubiese sido que la mantuvieras en ese estado pleno de felicidad, sobre una cama con rueditas, la tuya, ergo, llevarla de esa manera, a todas partes, tipo, la felicidad perpetua, juas, beso, Ana C.

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  2. El profesor es un maníatico sexual, claramente, habría que ver si es verdad que la va a hacer tan feliz, jajaja!

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