Ser o no ser peronista. El preocupante caso de Ricardo Forster (Por Lic. Andreo Pietro*)

   Todos los que vimos los últimos videos de Carta Abierta en YOUTUBE, luego de la derrota de Filmus en las elecciones de la CABA,  nos hicimos la misma pregunta: ¿Qué le pasa a Forster? Sacado, emputecido, endiablado, tirando mucha más fruta que de costumbre, cargando contra el programa 678, la campaña del FPV y sus mismos compañeros. Luego volvimos a sorprendernos al conocer que Forster estaba arrepentido de que se haya divulgado el incinerante video. Nadie entiende cómo este maestro de la reflexión puede actuar de modo tan impulsivo y autodestructivo. Los opositores lo toman a risa, cruelmente, pero no saben del dramático conflicto interno de este eminente filósofo kirchnerista.

 Forster en el último encuentro de los intelectuales peronistas de Carta Abierta. Un hombre psíquicamente al límite.

   Por fuentes que no podemos revelar, hemos tenido acceso a la intimidad del bueno de Forster. Tal vez entre todos podamos comenzar a comprender qué pasa por ese cerebro y ese corazón enloquecidos.
Pienso (sentado en el retrete), luego existo. Si hay algo que un militante peronista nunca debe hacer es dudar. El peronismo no ha llegado tan lejos gracias a sujetos timoratos o cuestionadores. Más bien se ha caracterizado por el seguimiento ciego de los líderes y máximas peronistas. La verdad no es algo de lo que el peronista tenga que ocuparse, eso ya lo hizo Perón hace muchos años, dejando establecido de forma muy clara qué había que ser y hacer. ¿Para qué andar buscándole la quinta pata al gato? He aquí uno de los graves problemas de Forster. Este sujeto reflexivo y curioso, este Descartes populista, tiene el vicio de vacilar todo el tiempo. En público se muestra totalmente convencido de la necesidad y verdad de las ideas kirchneristas, pero sabemos de buenas fuentes que en la intimidad las cosas son diferentes. Sostener filosóficamente al kirchnerismo le está casi costando la vida. Cuentan que luego de defender al movimiento en algún programa de t.v. llega a su casa exhausto mentalmente, debido a la energía que gasta en reprimir todas las profundas dudas que tiene sobre lo mismo que está afirmando. Se encierra en el baño y pasa horas sentado en el inodoro cuestionando las verdades peronistas. Nuestra informante grabó uno de los soliloquios que suele hacer (siempre piensa en voz alta cuando está por ir de cuerpo). Aquí la desgrabación de un fragmento: "Los únicos privilegiados serán los niños (máxima del General)... ¿Es conveniente esto? ¿Es moralmente correcto que no haya otros privilegiados, como por ejemplo los ancianos, las mujeres y los Marcelos Polinos? ¿Esto nos aleja o nos acerca a las masas? ¿No será en el fondo una idea gorila de la clase media cuentapropista moral? Sin embargo, si el General lo dijo, debe tener un sentido. ¿Será un sentido literal o uno figurado? ¿O no tendrá ningún sentido? ¿Tiene sentido el peronismo? ¿Tiene sentido la vida? ¿Qué hay después de la muerte? ¿Qué es el universo? ¿Por qué se acabó el papel higiénico justo ahora?" Es comprensible que alguien que todo el tiempo está pensando de este modo experimente un grado de estrés muy alto y en algún momento explote como lo hizo Forster en la última reunión de Carta Abierta.

 El baño del pensador K. Últimamente se ha convertido en el lugar maldito donde se cuestiona su peronismo y su existencia toda.

El retorno de lo reprimido. Tanta presión habría tenido consecuencias aun más nefastas. Cuentan que cada vez se le hace más complicado asistir a los asados que hacen los compañeros. A Forster le estaría ocurriendo algo terrible para un peronista: ha adquirido fobia a los choripanes. Cuentan que basta que sienta el ruido de la grasa contra el fuego, o el olor picantón de un chori, para que empiece a ponerse blanco y a transpirar como loco. Al principio sus amigos lo tomaban a broma y lo corrian por todo el quincho con un choripán, hasta que un día Forster huyó espantado hacia la calle y fue atropellado por un auto de la caravana de Macri, que por suerte iba a baja velocidad. Algunos psicoanalistas interpretan que tanto trabajo por defender la visión peronista de la realidad ha generado un complejo gorila inconciente que podría complicar seriamente la carrera del pensador.

 Un compañero kirchnerista a punto de asustar a Forster con un choripán. La broma pudo haber terminado en tragedia.

La adjetividad al palo. El último comportamiento extravagante que se le ha observado al filósofo ha sido la compra compulsiva de diccionarios de adjetivos. Ya hace mucho se venía señalando que Forster tenía una extraña adicción a adjetivarlo todo. En los últimos tiempos esto se ha agravado y en su círculo han empezado a preocuparse al verlo pasar noches enteras encerrado en su oficina, con montañas de catálogos de adjetivos de las distintas lenguas humanas, buscando cierta verdad insondable y mística. También han notado que ya casi no usa sustantivos cuando habla en la vida cotidiana, lo cual torna oscuros sus mensajes. Por ejemplo, al ir a comer a un restaurante le dice al mozo: "Tráigame eso que es líquido, dulce, gaseoso, oscuro, negro-amarronado, burbujeante, meloso", en lugar de pedirle una simple Coca-Cola. Sus allegados no saben bien si esto es otro síntoma de conflicto psíquico o algún ejercicio exótico. Lo cierto es que también ha tenido momentos de megalomanía en los cuales se le oyó gritar: "¡Dadme una lista adecuada de adjetivos y moveré el mundo!"

 Nuestra informante, autofotográfiandose a escondidas en el estudio de Forster. La mayoría de sus libros son catálogos de adjetivos de todas las lenguas del mundo. Algunos creen que busca el adjetivo de Dios y que cuando lo encuentre será inmortal.

   Desde aquí solo queremos ofrecer todo nuestro apoyo a Forster. A esta altura ya no nos importa el filósofo sino el hombre.

* Licenciado en Cuentapropismo Ético. Jefe de la infiltrada en la intimidad forsterista.